Hoy en día muchas personas llegan a consulta sintiendo que sufren de falta de autoestima, pero ¿te has detenido realmente a pensar en cómo se forma durante la infancia y cómo influye en cada decisión que tomamos desde pequeños? Aquí te dejamos algunas reflexiones sobre este tema, especialmente dirigidas a cómo la autoestima se desarrolla en los niños y cómo influye en su comportamiento y decisiones tanto en casa como en el aula.
“La infancia es una etapa crucial; sanar nuestras heridas infantiles es vital para el bienestar en la adultez.”
Laura Pont
La autoestima en los niños puede verse como un espejo interno en formación que refleja de lo que se rodea. Este espejo se moldea a través de las experiencias y mensajes que reciben, conocidos como introyecciones. Las introyecciones son creencias y valores que los niños adoptan de su entorno, especialmente de las figuras de autoridad o referencia, como la familia o los educadores. Durante la infancia, estos mensajes internalizados pueden ser tanto positivos como negativos y juegan un papel crucial en la formación de su autoimagen.
Si los niños reciben constantes mensajes de apoyo, amor y reconocimiento, es probable que desarrollen una autoestima saludable. Sin embargo, si los mensajes son críticos o desalentadores, estas introyecciones pueden llevar a una autoimagen negativa. Es esencial que los adultos sean conscientes de los mensajes que transmiten, ya que estos formarán la base de la autoestima y la autopercepción en la vida adulta. Al nutrir este espejo interno con amor y aceptación, ayudamos a los niños a construir una autoimagen positiva y resiliente.
Algunos parámetros de autovaloración en la infancia
En la infancia, los niños comienzan a formarse una imagen de sí mismos basándose en los parámetros que observan y que se les señalan desde su entorno. Estos parámetros pueden incluir:
– Logros y habilidades: Los niños se valoran a sí mismos en función de lo que pueden hacer y de cómo sus habilidades son reconocidas por los demás. Las felicitaciones por pequeños logros y la celebración de sus habilidades juegan un papel esencial en este aspecto.
– Apariencia y aceptación social: La manera en que los niños perciben su apariencia física y cómo son aceptados por sus compañeros influye considerablemente en su autoestima. Los comentarios y las actitudes de los demás pueden reforzar o debilitar su autovaloración.
– Relaciones familiares: Las interacciones con los adultos de referencia y otros miembros de la familia son cruciales. El cariño, la atención y el reconocimiento dentro del hogar establecen una base sólida para la autoestima.
Los niños miden estos parámetros de diversas maneras, a menudo dependiendo de los feedback que reciben de su entorno:
– Reacciones de los adultos: Los elogios, las críticas y la atención que reciben de los adultos son indicadores clave para los niños sobre su valor y competencia. Un entorno de apoyo positivo fomenta una autovaloración saludable.
– Comparación con otros: A menudo, los niños comparan sus habilidades y logros con los de sus compañeros. Esta comparación puede ser tanto positiva como negativa, dependiendo de cómo se gestionan estas comparaciones dentro del entorno educativo y familiar.
La identidad no es solo un aspecto individual, sino también un aspecto social y cultural.
Erik Erikson
Durante la primera etapa de vida, se construyen los pilares y las “gafas” con las que los niños mirarán la vida. La infancia es un periodo crítico en el que se establecen las bases de la autoestima a través de las experiencias diarias y las relaciones significativas.
Desde la perspectiva de la pedagogía sistémica y la gestalt infantil y adolescencia, es fundamental acompañar a los niños en este proceso, ayudándoles a reconocer y valorar sus propias capacidades. En el Instituto Integrativo, trabajamos para que los profesionales puedan acompañar a los niños en el reconocimiento de sus capacidades, fortaleciendo su autoestima desde una edad temprana.
La metáfora de las “gafas” y el “pañuelo”
Metafóricamente hablando, podemos ofrecer a los niños y a las personas en formación un “pañuelo” para limpiar sus gafas. Esto significa ayudarles a ver con mayor claridad sus propios valores y capacidades, despejando las distorsiones y creencias negativas que pueden haber internalizado. Al limpiar estas gafas, los niños pueden apreciar mejor sus fortalezas y aceptar sus debilidades, construyendo una autoestima más robusta y saludable.
Dinámicas en el aula y en casa
Vivimos dinámicas en clase y leemos teoría para poder reconocer y ampliar nuestra mirada hacia la familia, la sociedad y el contexto que nos acompaña. Las dinámicas grupales en el aula y el estudio de teorías sobre la autoestima y el desarrollo infantil permiten a los educadores y terapeutas entender mejor las influencias sistémicas y contextuales que afectan la autovaloración de los niños.
Trabajar desde la pedagogía sistémica y la terapia gestalt implica reconocer que cada niño es parte de un sistema más amplio que incluye a su familia, la escuela y la sociedad. Al ampliar nuestra comprensión de estos sistemas, podemos ofrecer un apoyo más efectivo y empático, ayudando a los niños a construir una autoestima sólida que les acompañe a lo largo de su vida.
En resumen, INVITAMOS A PONER CONCIENCIA cada pequeño GESTO, cada PALABRA y cada INTERACCIÓN que tenemos con los niños, ya que puede influir profundamente en cómo se ven a sí mismos. Al ser conscientes de este impacto, podemos contribuir de manera positiva y significativa a su desarrollo emocional y psicológico, proporcionándoles las herramientas necesarias para enfrentarse al mundo con confianza y amor propio.
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